
Este último post del año no llevaba este título, sino el siguiente:
Y tú, ¿qué has perdido?
Sin embargo, no he creído que esto pudiera resumir este año difícil que, como especie, nos ha tocado vivir. No han sido solo las pérdidas lo complicad; ha sido la convulsión, lo inesperado, la incertidumbre…
Como cuando estás sentado en tu casa y se va la luz. Eso te hace cuestionarte el escaso control que tenemos sobre el mundo que nos rodea. Quizá el control lo tienen otros, pero nosotros, ciudadanos de a pie, vivimos al día. Esta pandemia nos la ha demostrado, una vez más.
Antes he dicho un año difícil como especie porque el palo que hemos recibido nos ha hecho percatarnos de ese sentido de grupo que nuestros ancestros tenían tan claro. Nosotros hemos diluido el sentido de tribu por el crecimiento desmesurado de la individualidad en los últimos tiempos. Esto nos ha hecho ver que necesitamos a los demás para sobrevivir.
Que lo que yo hago, tienes repercusiones en el que tengo al lado (famoso efecto mariposa, ¿recordáis?)
Y que necesitamos socializar para ser plenos.
Muchos han perdido: el trabajo, el ánimo, la ilusión… Otros hemos perdido a un ser amado. Yo despedí a mi padre un triste 27 de octubre que siempre, siempre, quedará grabado en mi corazón.
Otros han ganado: comercio electrónico, nuevas formas de comunicación, valorar más ese carpe diem que no siempre somos capaces de ver…
Al fin y al cabo, cómo llevemos todo esto será una cuestión de enfoque. De cómo rellenar todos los huecos que se nos han quedado vacíos, de cómo encajar nuevas piezas en nuestra vida.
Mi mensaje final, ese que me aplicaré, es que nos nutramos de esa pérdida para vivir de otra manera. Más conectados con los demás, más con nosotros mismos, nuestra necesidad y la del que tenemos al lado. Que nunca hay besos, llamadas ni abrazos de más (ponedlo en contexto con esto de la pandemia).
Yo intentaré posponer menos, hacer aquello con lo que me sienta bien e intentar dar al mundo un tanto por ciento de lo que me da a mí.
Adiós 2020, has sido duro e implacable. Nos quedamos con lo bueno y lo malo de ti, nos quedamos con tus cicatrices.
Seguimos hacia delante, unidos y con la llama de esa esperanza por un mundo mejor, prendida en el centro de nuestro pecho.
Os mando todo mi apoyo.
Abrazos mil, se os quiere por aquí.